Por Jorge Carnevale
Premiada en Venecia y Biarritz, el estreno local de “Tangos, el exilio de Gardel” fue un verdadero acontecimiento. Fernando Solanas hasta entonces había dirigido films claramente militantes (“La hora de los hornos”, “Los hijos de Fierro”), prohibidos por la dictadura. Este era el gran regreso. Un musical atípico, una “tanguedia” filmada casi íntegramente en Francia, sobre los padecimientos del exilio. La trama anudaba historias de desarraigo en París, poniendo el acento en la relación entre Juan Uno y Juan Dos, uno en Buenos Aires y el otro en París. Los argentinos enfrentaban las dudas cartesianas de los franceses y no bajaban los brazos. La música de Ástor Piazzolla y las canciones de José Luis Castiñeira de Dios, junto a la coreografía de Ana María Stekelman. le inyectaron una poética inusual. Lo cargaron de un lirismo infrecuente para el cine argentino. Esta cuidada edición, al cumplirse 25 años del estreno, incorpora momentos inéditos y abundante backstage.
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