lunes, 29 de noviembre de 2010

HAMLET, EN EL CUERPO 

DE UNA ACTRIZ ESTUPENDA



GABRIELA TOSCANO REALIZA UN TRABAJO CONMOVEDOR

 

Hamlet, la metamorfosis. Versión a partir del clásico de Shakespeare. Intérpretes: Gabriela Toscano, Mercedes Spangenberg, Catherine Biquard, Adriana Marqués, Cecilia Dellatorre, Pablo Mariuzi, Pablo Rinaldi, Jorge Lifschitz, Andrés Portaluppi, Michael Shonron, Silvio Shuberoff y Carlos Rivas. Escenografía: Carlos Rivas y Facundo Necchi. Iluminación: Fernando Dopazo. Vestuario: Mercedes Spangenberg. Dirección: Carlos Rivas. En Arriba de Rivas, Estados Unidos 308 (4361-5539). Duración: 195 minutos, con un intervalo.

Nuestra opinión: bueno

Quien crea que por haber visto una versión de Hamlet ha visto todas comete un error de apreciación. Esto lo demuestra Carlos Rivas, con una puesta que parece contener la totalidad del texto original, con una mirada particular sobre la tragedia shakespeariana. 

Aunque Hamlet, Horacio, el relator y el sepulturero son interpretados por mujeres, este recurso no empaña la verosimilitud de los personajes, de la misma manera que en el teatro isabelino no entorpecía la comprensión del texto la participación de actores para los papeles femeninos. Es decir, este travestimo no modifica en nada la esencia de la obra. Claro que cuenta con una precisa exégesis del texto que también pone de relieve, como muy pocas versiones, las intenciones bélicas e invasoras de Fortimbras, el príncipe de Noruega, que tomará la responsabilidad de regir los destinos de Dinamarca después de la muerte de Hamlet. 

Otro de los aliados de esta puesta son las características de la sala, que, por la limitación del espacio escénico, impone la cercanía de los espectadores y que, además, al estar prácticamente despojado de ornamentos, permite una mayor concentración en el texto. Y de esta versión se destacan los parlamentos, geniales como siempre, pero que se pueden apreciar con total nitidez por la carga de intensidad, emoción y sensualidad. 

También jugó Rivas con la creación de imágenes que se arman sutilmente en escena, como la barca de los actores, el fantasma del rey muerto, la representación de los actores. Lo que no está logrado es la escena de la muerte de Polonio, resuelta con poca imaginación. También demuestra el director que no teme a los anacronismos, que permitirían una interpretación aparte, y logra que no desentone que Hamlet toque el piano ni que en la banda sonora se escuche el tema "Candilejas". Todo se transforma en una atractiva hechura estética que se completa con la propuesta del vestuario, atípico, pero efectivo, que combina pieles y diseños modernos. La iluminación es otro factor preponderante para el juego de contrastes.

 

El resto es la actuación y en este rubro hay desniveles, sobre todo porque hay que enfrentarse a la conmovedora y potente interpretación de Gabriela Toscano, como Hamlet, brillante por la amplia variedad de matices y cargas emotivas que pone en sus parlamentos; una de las más logradas escenas fue la del famoso monólogo "Ser o no ser". También se lucen Mercedes Spangenberg en su doble papel de Ofelia y Horacio, composiciones totalmente convincentes; Catherine Biquard, como el relator de la historia y el sepulturero, y Pablo Mariuzi, también desdoblado en Laertes y Ricardo. (No se entiende por qué rebautizó a Rosencrantz con este nombre, de la misma manera que a Guildenstern, que pasa a ser Guillermo.)

 

Una propuesta muy jugada y, al mismo tiempo, exigente en cuanto a la concentración que hace olvidar el transcurrir del tiempo (más de tres horas) y que puede llegar a afianzarse y enriquecerse con el baquetear de las funciones.

 

Susana Freire

 

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/ 22-11-10

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