domingo, 13 de abril de 2008

FABIÁN VENA - PROTAGONISTA DE LA DUDA

"La Duda no bastardea a la Iglesia Católica"

Escrita por John Shanley y ambientada en un colegio católico de los '60 en el Bronx neoyorquino, la pieza dispara múltiples reflexiones y compromete al espectador.
ESTELA RUIZ M. - DIARIO DE CUYO




Un pequeño monaguillo sale de la sacristía con olor a vino. La estricta superiora del colegio lo huele. ¿Lo bebió solo o se lo dio alguien? Apenas con ese indicio comienza a perseguir al joven cura párroco de la institución, el que juega básquet con los chicos, sospechando que abusa del menor. Y allí comienza a rodar una bola de nieve imparable, hecha de presunciones, certezas, mentiras, verdades, acusaciones y defensas, que termina con la expulsión -o el traslado, políticamente correcto- del sacerdote. Y con la monja que, aunque ve cumplido su objetivo, se replantea su accionar. En pocas palabras, de esto se trata "La duda", una obra sinuosa que, protagonizada por Fabián Vena y Gabriela Toscano, vuelve a San Juan en el marco de la temporada 2008 de Fundación Protea.
Escrita por John Shanley y ambientada en un colegio católico de los '60 en el Bronx neoyorquino, la pieza -que entre otros numerosos galardones cosechó el Pulitzer, cuatro Premios Tony y el Gran Premio del Círculo de Críticos norteamericanos, además de dos Clarín, un ACE 2006 y tres Estrella de Mar 2008 (entre ellos mejor drama y dirección para Carlos Rivas)- dispara múltiples reflexiones y compromete al espectador.
"Hace un par de años que arrancamos con La Duda y la verdad es que no lo podemos creer porque seguimos de gira y llenando teatros, incluso en lugares donde ya habíamos ido, y esa es una sorpresa mayor todavía, un enorme privilegio", comentó en diálogo con DIARIO DE CUYO Vena, quien -felizmente dedicado al teatro- encarna al sacerdote cuestionado.
- ¿Cómo hace una obra para sostenerse y atraer durante tanto tiempo?
- Creo que es una obra que está muy bien construida, con una estructura dramática muy clara. Y si bien no hay tiros ni explosiones, la acción de estos personajes metidos en un claustro es tremenda. Creo que el fuerte es la historia misma y más allá de los personajes incluso, porque traspasa las fronteras de la institución de la Iglesia Católica. Fijate que es una obra que compran muchos países donde la religión católica no es dominante, así que creo que más allá de lo religioso toca otro aspecto, que es cómo uno toma la vida: si generosa y amorosamente como el cura, o de una manera rígida y poco inocente como la de la monja. Son estas dos maneras de ver la vida que se enfrentan y luchan, disparando la reflexión. Ese es el atractivo grande.
- De todos modos está planteada en el marco de una institución tan fuerte como criticada ¿Han tenido reproches de la Iglesia?
- Al contrario, en mi caso se me acercaron muchos curas a la salida de la función, que estaban o no de acuerdo con la obra, pero que reconocieron el cuidado y respeto. Y es que La Duda no bastardea a la Iglesia, porque como dije recién, es un conflicto que podría estar en cualquier otro lugar. La Iglesia es una buena excusa, nada más.
- Especialmente hace un par de años, fue inevitable que la gente la relacionara con presuntos casos de abuso cometidos por sacerdotes que hubo en el país y el extranjero...
- Es verdad y es que esa duda de la que se habla, el abuso a un menor, no deja de ser algo aberrante y espantoso. Y encima peor cuando queda esa sensación de impunidad.
- ¿Creés que la obra deja, intencionalmente o no, una moraleja?
- Ese es otro punto que supera mis expectativas. Yo hice una obra inolvidable en el San Martín con Alfredo Alcón, Las variaciones Goldberg, que es una mirada humorística sobre todos los mitos religiosos judeocristianos. Y pensé que se iba a armar una polvareda tremenda, pero no pasó nada. Y La Duda, que en apariencia es mucho más liviana, que la puede captar cualquiera; provoca un nivel de debate y lucha encarnizada a la salida del teatro -que a veces he presenciado anonadado- que jamás imaginé. No sé si moraleja, pero es evidente que provoca un nivel de reflexión muy grande...
- ¿La gente toma partido por la monja o el cura?
- Muchos sí, pero creo que la mayoría de la gente se queda con la duda. Y el punto es que esto de la reflexión no siempre pasa con las obras, y cuando sucede, bienvenido sea, porque el laburo de uno cobra otra dimensión.
- ¿Y vos? ¿Te identificás con la autodefensa de tu personaje?
- Uno como actor siempre defiende a su personaje, y no siempre porque lo comparta. Pero lo cierto es que además este tipo atraviesa una sospecha de haber cometido un hecho aberrante, que no significa que sea así. Lo que sí comparto con él es su sentido de vocación, su pasión por lo que hace -que es la misma que yo le pongo a lo mío- y su lucha encarnizada para hacerle ver a la monja que la vida es amor y generosidad. Y por otro lado, es difícil encontrar personajes tan buenos como este, que te impone un recorrido emocional muy interesante sobre las tablas.
- El sacerdote también encarna otros planteos, como el daño que puede hacer una acusación sin fundamentos, o una simple sospecha...
- ¡Ah sí! De eso también habla mucho la obra, cuánto daño podemos provocar diciendo cosas sin tener la información real... pero también con esto volvemos al principio, porque esto tampoco se limita al ámbito de la Iglesia. Todos estos planteos pueden darse en cualquier escenario.


Fuente: Diario de Cuyo 12-4-08

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