martes, 20 de febrero de 2007


“ACTUAR ES PENSAR Y CORREGIR”


En la pieza que se presenta en el Liceo, la actriz es la hermana Luisa, un rol que significó “un desafío de composición”.


“La energía del actor transmite en directo”, afirma Gabriela Toscano, actriz que comenzó su carrera antes de cumplir los diez años, en televisión y publicidad. Empezó tan joven que recuerda los cambios en los modos de producción televisiva, principalmente en lo atinente a los ensayos, una instancia que hoy se saltea casi por regla: “Hoy se hace la experiencia en bruto, se graba y se prueba directamente para dos millones de espectadores”, describe la actriz de Amas de casa desesperadas, recordada por su participación en Los machos, Situación límite y Culpables y, en cine, por El exilio de Gardel, de Pino Solanas, que rodó cuando sólo contaba con 19 años. “Descubrir algo de uno que no sabía que estaba ahí, eso es lo interesante de ser actor. Meterse a imaginar a otro desde uno mismo”, afirma, ahora a cargo de uno de los papeles protagónicos de La duda, de John Patrick Shanley, obra de éxito en Broadway, ganadora de cuatro Tony, además del Pulitzer, en 2005. Dirigida por Carlos Rivas (Cristales rotos, La prueba), la pieza fue estrenada el año pasado en el teatro Liceo, con Susú Pecoraro en el rol que hoy asume Toscano. El elenco continúa igual que cuando se produjo el estreno, integrado por Fabián Vena, Silvia Baylé y Magela Zanotta.

La obra comienza con un sermón a telón cerrado en el cual, dirigiéndose a la platea como si fuesen los feligreses del joven padre Flynn, Vena hace decir a su personaje: “¿Qué se puede hacer cuando no estamos seguros?”. Si bien el objeto del discurso se relaciona con la fe en Dios, en verdad sus palabras anticipan una problemática que va a desarrollarse en torno de uno de sus actos, sospechado de cometer un abuso en contra de uno de los alumnos de la escuela que regentea la hermana Luisa. No fue éste un personaje pensado para Toscano desde el principio, porque Rivas (quien es también marido de la actriz) consideró en su momento que esta monja debía de ser una mujer algo mayor, con otras características físicas. Por eso es que Toscano habla de “desafío de composición” cuando se refiere al compromiso de asumir el reemplazo de Pecoraro en tan poco tiempo. “Pero era muy difícil negarse a hacerlo: Carlos me había dado a leer la obra desde que estaba planeando dirigirla y siempre me pareció que ése era uno de esos personajes que un actor no puede perderse de hacer”, cuenta. “De modo que ensayamos sólo un mes, pero de 5 a 6 horas por día y con el texto ya sabido, para empezar a encontrar los detalles que hacen al comportamiento de este personaje.”

Si se le pide que se explaye sobre su rol, la actriz lo define como “una guardiana feroz de la integridad de los niños que asisten a su escuela, una guardiana de la educación, que protege a todos los que están a su alrededor. Porque también está preocupada porque la hermana Clara no se equivoque y conozca las razones por las cuales decide tomar los hábitos”. Para Toscano, esta tarea de control, defensa y protección que la protagonista asume redunda en un forzoso alejamiento de cuestiones que hacen a su propia persona: “Estas preocupaciones le hicieron abandonar su estado físico, despreocuparse totalmente de su aspecto y olvidarse, en parte, de sí misma. Estoy profundizando en el hecho de que la hermana Luisa estuvo casada en el pasado, que es viuda de un combatiente de la Segunda Guerra. En pensar y corregir, en encontrarle cosas nuevas a una obra, en eso consiste la actuación”.

Que por subtítulo la pieza lleve la expresión “una parábola” alude, según considera Toscano, no solamente a los sermones eclesiásticos a cargo del padre Flynn, sino “a las enseñanzas que entrañan la mayor parte de las palabras de la hermana Luisa. Al leerla, primero puse en duda algunas de sus frases, pero después de analizarlas, descubrí que contienen verdades que llaman la atención, como cuando ella dice: ‘La inocencia es una forma de la haraganería’”. Más allá del tema del abuso de menores, troncal en la obra, hay otros temas que a Toscano le interesan: “Me gusta hablar del estado de las mujeres dentro de la Iglesia, de su status de inferioridad respecto de las jerarquías que asume el hombre. Porque aun creyendo que tiene la verdad sobre el caso, ella tiene que entablar una lucha en contra de los hombres que pueden querer tapar las actitudes del cura”. El personaje de Silvia Baylé, madre de uno de los alumnos, así como la hermana Clara, también contribuyen a subrayar la existencia de un mundo de mujeres que viven supeditadas a la voluntad masculina: “Una es la pareja de un hombre golpeador y lo que necesita es proteger a su único hijo; y Clara parecería que en cualquier momento cede a la tentación, por lo embelesada que está por la figura del sacerdote”.

“Me parece que la vida es tan exigente en todo sentido que la gente no tiene tiempo para reflexionar demasiado”, dice Toscano, luego de subrayar que “uno hace teatro para que la gente disfrute, pero también para revelarle cosas. Que sea drama o comedia, no importa si de algún modo la energía del actor en vivo moviliza al espectador: el actor y el teatro revelan algo de la vida que está oculto”. Toscano afirma saber que a la salida del teatro continúa entre los espectadores la polémica que se establece en la platea, porque el autor se cuida muy bien en darle la razón a uno u otro personaje, de modo que hay tantos argumentos en contra del padre como a favor de él. No obstante, las dudas de la actriz son otras: “En mi caso personal, la mayor cantidad de dudas que me aparecen tienen que ver con la crianza de mi hijo. Por eso es bueno que, además de usar la intuición, uno pueda manejarse con alguna certeza”.



Fuente : Pagina/12 Martes, 20 de Febrero de 2007

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